Los antiguos indígenas habitantes de este valle de Lima tenían una fiesta por estos días relacionada al solsticio de invierno, qué para ellos era un indicativo de cambios en sus periodos agrícolas. Era un día de agradecimiento a su dios, el Sol, y tenían la costumbre de dirigirse hacia unas pampas cuyas flores que brotaban en esta época tomaban el color del sagrado astro. Cerca de allí una gran roca de forma sugerente, era también el objeto de su adoración, considerada una huanca, el espíritu de sus antepasados.
